11 de abril de 2012

SINCRONARIO MAYA: LA LEY DEL TIEMPO (II)

¿Por qué cambiar el calendario?


A lo largo de la historia, todas las tribus, pueblos y civilizaciones han mantenido sus cuentas de tiempo como un conocimiento sagrado, que expresa el perfecto movimiento del cielo y el entorno reflejado en la percepción humana. Tales cuentas son intrínsecamente artísticas, y fueron siempre utilizadas para mantener a los hombres y mujeres en constante armonía con las fuerzas transformadoras de la naturaleza.

Pero una cuenta de tiempo o un sincronario, no son lo mismo que un calendario.

La palabra calendario proviene etimológicamente de "calenda" que significa "libro de recaudación de impuestos"

El tiempo que rige hoy en día en casi todo el planeta, es el aparentemente incuestionable calendario del Vaticano, llamado calendario gregoriano, que consta de 12 meses arbitrariamente irregulares (28, 29, 30, 31 días) que se desfasan mes tras mes y año tras año de los 7 días de la semana. Tal vez, nunca lo habías notado: el calendario Gregoriano consta de 12 meses de los cuales los cuatro últimos del año tienen sus nombres en referencia a una posición errónea: septiembre sería "séptimo", "octavo" - octubre, "noveno" - noviembre y "décimo"- diciembre. Antes están Julio y Augusto (César)... son algunos puntos aparentemente insignificantes, que subrayan la insensatez implícita en este insano elemento cultural.
El calendario de 12 meses irregulares, es potenciado en su anti-naturalidad por la aplicación del reloj mecánico de 60 minutos, el cual marca una sucesión de 24 momentos tomados por la división del círculo en 12 partes, creando la frecuencia de tiempo artificial 12:60.
La primera civilización que organiza los períodos de la existencia en una matriz que no refleja a ciencia cierta los movimientos de la naturaleza (sino que utiliza un calendario y una máquina), es también la primera en alcanzar un nivel de polución, desconcierto, violencia, poder destructivo e insatisfacción social nunca antes conocido. Esto aporta un nuevo marco para comprender que venimos de una sociedad globalizada que está viviendo de la compulsiva degradación y depredación de la biósfera bajo el paradigma de "tiempo es dinero".

La desmemoria, confusión e incoherencia que la humanidad padece en las últimas décadas, es debido en gran parte, a la inabordable complejidad en que hombres y mujeres intentan organizar sus pensamientos, sobre esta matriz del olvido llamada calendario gregoriano. El seguir masivamente un estándar de tiempo distorsionante, históricamente utilizado como un controlador de la sociedad industrial, lleva a la mente de millones de individuos a programarse artificialmente en un tiempo irregular mecanizado, que tiene como efecto, la aceleración exponencial de la mente, causando generación tras generación cada vez más ceguera, alejamiento de la consciencia humana del orden natural y ultimadamente destrucción desenfrenada de nuestro sagrado y hermoso Planeta Tierra.

Si bien la situación de "combustión biogeoquímica" en que nos encontramos por el impacto del pensamiento humano sobre la biósfera, son un prerrequisito para la entrada en una nueva era, sólo resta a cada uno tomar responsabilidad sobre lo que estamos sembrando para las generaciones venideras.

Si tenemos una norma desigual a medida, ésta se programa en nuestra mente. Si la norma desigual de medida afecta a nuestra mente y la condiciona para pensar irregularmente o distorsionarse, un sincronario con las unidades de medida perfectas va a crear estados armoniosos, o por lo menos, creará estados de la mente que se inclinarán hacia soluciones armónicas.

Para aclarar nuestro sentido deformado del tiempo debemos utilizar un verdadero sincronario que tenga en cuenta la relación de nosotros con la Tierra, la Luna, el Sol y la Galaxia. Este es el sistema entero en el que estamos funcionando, entonces mientras un sincronario guarda el orden del tiempo en secuencia para que se conserven nuestros recuerdos, hábitos y formas mentales, también tiene la función de sincronización, y la sincronización debe tener en cuenta los ciclos reales y patrones de la Tierra, la Luna, nuestra estrella - que es el Sol - y la Galaxia.

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